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lunes, 15 de agosto de 2011

Imágenes Sonoras - Día de las Paseadoras

Los pueblos persisten y destacan debido a sus usos, aquellos que involucran una constante imitación de generación en generación con la participación directa indistintamente de toda colectividad, así ocurre y ha venido sucediendo a lo largo de años en relación a una cita próxima a llevarse a cabo, tal y cual dicta el calendario romano, en un principio bajo estatutos religiosos, ahora mayormente paganos so pretexto de preservar esa "festividad", una generosa y rica muestra ancestral de lo que somos.

El “Paseo de la Virgen” el 15 de agosto, en que no interviene ningún acto del culto religioso, por más que se haga un recuerdo de la (Asunción) Virgen María digno de rememorar sobre la forma en que acontecía en las primeras décadas del siglo XX. Las mujeres usaban polvos de arroz en la cara, quemaban huesos de mamey para pintarse las cejas y se rizaban el pelo poniéndose un cocimiento de linaza y enrollándose en una varilla metálica calentada al fuego. Por supuesto que no faltó ocasión en que el cabello quedara achicharrado. Tradicional era ir hasta “El Pedregal”, a caballo, a cortar nardos silvestres, no importaba que el regreso fuera bajo un fuerte aguacero, con la ropa untada al cuerpo, al que había que tonificar con un ponche de granada servido en olorosos jarritos de barro, o con un tequila, de aquel mezcal ajeno a los procesos químicos actuales. Rara podía considerarse la ocasión en que no lloviera. Quien tomaba sus precauciones, podía proteger la montura de lucir.

En nuestros días se ha transformado. La celebración es en grande, pues congrega a los hijos ausentes de Unión de TVLA y cantidad de personas que acuden de las rancherías y pueblos vecinos como El Grullo, Autlán, Tecolotlán, Juchitlán, Ejutla, etc. Por la calle México Sur, desde lo que fuera el límite antiguo de la zona urbana y aún más allá de la “Y” que se forma con el libramiento para la salida rumbo a Autlán, a uno y otro lado se instalan carpas para la venta de bebidas espirituosas. Bandas, mariachis y conjuntos con sus equipos electrónicos ponen la nota alegre. Entre multitud de carros y caballos, finos la mayoría, transcurre la fiesta. Las jóvenes, cual diestras amazonas, muchachos y adultos “calan” y hacen “bailar” sus cabalgaduras luciendo hermosas monturas.

La población se vuelva hacia el festejo desde la plaza de armas hasta la carretera. Muchas familias se instalan en las aceras de sus casas para disfrutar del desfile espontáneo y tumultuoso, sin faltar un terco borrico que no obedezca a su infantil jinete e invada la banqueta incomodando a los espectadores. Por todos lados antojitos mexicanos, música y alegría desbordante, sin faltar el tradicional ponche de granada servido ahora en vasos de material sintético, desechables. Son las doce de la noche y el “jolgorio” ha declinado, sin terminar todavía. Muchas personas ya emprendieron el retorno a sus lugares de origen jalando con sus carros los remolques en que transportan a sus bien cuidados caballos.

Nuestros sentidos proporcionan esa acción tan particular de “traer a la memoria” algún recuerdo basado en un estímulo, el oído, es uno de ellos, cuya “fidelidad” es demostrable. 

Los sonidos que de éste hábito emanan a continuación:


*La crónica es extraída de “H. AYUNTAMIENTO CONSTITUCIONAL UNIÓN DE TVLA, JALISCO, ANÁLISIS HISTÓRICO CRÍTICO Y ALBUM” del autor José Luis Valera Herrera, sección “El Álbum”, capítulo “Tradiciones y Costumbres”, página 185. Editorial “Búsqueda”, Tepic, Nayarit, año 2000.

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